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Viena, 28 de abril, 1992

 

 

Llegué ayer de Madrid. Omama y yo recorremos el jardín, me lleva entre las flores y me señala cada una con el bastón. Después de estos meses tan tristes, al llegar aquí me siento feliz y tranquila. Como de niña.

 

Son las ocho de la mañana. Mis piernas están gordas y abultadas. No me gusto. Verme en las fotos me devuelve a un mundo de temores y angustia. Cuerpo de mujer. Quiero volver a sentirme bien en mi cuerpo.

 

Viena, 30 de abril, 1992

 

Hoy fuimos al médico. El edificio era feo, oscuro. Pasé con Omama al consultorio y se desvistió en la habitación contigua. El doctor me llamó y me hizo tocar su pecho. Una bola grande y dura lo deformaba. Me asusté. Me dijo ¿es grande, no? La toqué, la abracé. Se veía tan pequeñita y frágil.

 

 

 

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