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15 de noviembre, 1947.


Querida Señora Hilda,


Hoy le envío un paquete con ropa de la pobre Grete Neumann:

1 abrigo de invierno negro con cuello de piel

1 vestido negro de seda

1 vestido rojizo en dos partes

1 falda-pantalón

1 vestido de verano

 

Ernst Bettelheim (ahora Dr. Roberts), California, me dio su dirección y me pidió que le mandara estas cosas. Ojalá todavía le sean de alguna utilidad, aunque estos ocho años de almacenamiento seguramente no las hicieron más nuevas y además ya pasaron de moda. Pero de cualquier manera son un recuerdo de ellos y deben quedar en la familia… Dado que supuse que tendrá que arreglarlas, en caso de que se puedan usar aún, y como escuché que el hilo y otras cosas escasean en Viena, le envío también dos madejas.


    No sé si usted aún me recuerda, soy una de las hijas de Silberer (Rasumofskygasse). Todos tuvimos la suerte de salir a tiempo, pero desgraciadamente nuestros padres murieron. Mi padre murió en Londres en 1940, mi madre hace 4 semanas. La extrañamos mucho. Por desgracia todos los hermanos estamos diseminados, lo que nos duele profundamente. Después de largos años de duro trabajo logramos tener otra vez un suelo bajo nuestros pies y fundar una existencia de nuevo, pero trabajamos arduamente. Este es un bonito país y la gente es extraordinariamente amable y generosa, así que, a pesar de que no sea nuestra patria, no lo cambiaríamos por nada. Sin embargo, aunque ya somos británicos, estamos muy solos, sin familia y sin viejos amigos. Aunque claro, mi marido es mi mejor amigo. Mi hermana vive en Escocia, mi hermano en Estados Unidos y ya no queda nadie más de nuestra familia. Pero sabemos que somos afortunados de poder vivir y pensar libremente, aún con gran pesar por el terrible dolor de los pobres que murieron de una forma tan despiadada.


    Todos estos años hablamos una y otra vez de las familias Bettleheim y Neumann. Lo que supimos al finalizar la guerra por el Sr. Hans Kuffler fue desgraciadamente muy, muy triste. Espero que usted sea ahora más feliz, se lo merece, después de sus duros años de juventud! Su niña seguramente le ayudará a olvidar el triste pasado y a vivir el presente.

 

Le envío los mejores deseos,   
Grete Raudnitz

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