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Tengo 4 años y voy a un kindergarten alemán en Madrid. Un día hay una fiesta de disfraces. Mi mamá me pone un poncho y un gorrito de alguno de sus viajes, y me dice que voy disfrazada de peruana. Me siento profundamente desgraciada. Los demás niños van vestidos de gitana, de españolita con vestido de lunares, de apache, de pirata. Peruano aún no quiere decir nada para mí.

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